Introducción: Por Qué Importa la Voz de América Latina
América Latina rara vez establece la agenda en la política global, pero vive en la intersección de las ambiciones de las grandes potencias. Estados Unidos, durante mucho tiempo el hegemón regional, sigue teniendo una influencia abrumadora. La Unión Europea proyecta prestigio cultural y acceso a mercados. China ha llegado como el nuevo gigante del siglo XXI, invirtiendo en puertos, ferrocarriles y minas. Rusia mantiene un peso simbólico como potencia militar. India es una presencia más discreta, aunque con aspiraciones de influencia global.
Durante décadas, la mayor parte del análisis del papel de América Latina en este drama ha sido de arriba hacia abajo: cómo encaja la región en la estrategia de Estados Unidos, o cómo el Cinturón y Ruta de China remodela el comercio. Se presta mucha menos atención a cómo los propios latinoamericanos perciben a estas potencias. ¿Las acogen, las toleran, desconfían de ellas? ¿Varían las opiniones entre países, generaciones o grupos profesionales?
Esta encuesta, realizada entre 51 profesionales y académicos en seis países, ofrece algunas respuestas reveladoras. Aunque no es estadísticamente representativa, proporciona una mirada matizada de cómo las personas en México, Colombia, Argentina, Chile, Brasil y Bolivia ven a las potencias líderes del mundo. Sus voces destacan tanto continuidades —como la perdurable admiración por Europa— como sorpresas, como la ambivalencia hacia India.
Comprender estas visiones es más que una curiosidad. América Latina alberga a 660 millones de personas, vastos recursos naturales y una clase media que se urbaniza rápidamente. La opinión pública moldea no solo el comportamiento electoral, sino también la legitimidad de los gobiernos que negocian acuerdos comerciales, de inversión y de defensa. Las potencias globales ignoran estas percepciones bajo su propio riesgo. Además, en un mundo cada vez más multipolar, donde los países BRICS buscan posicionarse como alternativas a la hegemonía occidental, cómo son vistos por los latinoamericanos comunes se convierte en un factor crucial para la efectividad de su alcance.
Primeras Impresiones: La Jerarquía de la Simpatía
Preguntados simplemente si tenían una opinión favorable o desfavorable, los encuestados crearon una jerarquía que habla por sí sola.
Unión Europea: 80% favorable, 0% desfavorable. La admiración es amplia y no controvertida. Europa está asociada con prosperidad, democracia social y profundidad cultural.
Estados Unidos: 78% favorable, 6% desfavorable. Fuerte pero más contestada. Su energía y éxito inspiran, pero su historial de dominación genera sospecha.
China: 59% favorable, 6% desfavorable. Respeto por su ascenso, pero incertidumbre sobre sus motivos.
India: 43% favorable, 10% desfavorable. La indiferencia domina, con la mitad neutral.
Rusia: 31% favorable, 29% desfavorable. Divisiva, definida más por la geopolítica que por la asociación.
Irán: 51% desfavorable. El único país donde el rechazo supera a la curiosidad.
Esta jerarquía sugiere una geografía estratificada de la confianza. Los socios tradicionales occidentales dominan la admiración, los gigantes emergentes suscitan curiosidad teñida de vacilación, y los actores asociados al conflicto polarizan o repelen.
Sin embargo, dentro de esta aparente jerarquía yace matiz. La admiración por la UE, por ejemplo, no es solo por su prosperidad actual sino también por una memoria histórica larga: lazos coloniales, oleadas de migración europea a América Latina y el atractivo perdurable del capital cultural europeo en literatura, cine y filosofía. De manera similar, las visiones favorables de EE.UU. no son monolíticas—coexisten con el resentimiento hacia sus políticas intervencionistas. La percepción de China refleja tanto la fascinación por su milagro económico como la aprensión sobre la dependencia. La ambivalencia hacia India subraya su visibilidad limitada más allá de sus exportaciones culturales, mientras que la imagen divisiva de Rusia revela cómo la geopolítica enmarca las percepciones incluso más que el engagement real.
Contexto Histórico: América Latina y los BRICS
Las percepciones de la región sobre las potencias de los BRICS no se forman en el vacío. La memoria, la historia y la ideología pesan mucho.
China captó por primera vez la atención en América Latina durante el auge de las materias primas de la década de 2000, cuando su demanda de soja, cobre y petróleo impulsó el crecimiento en toda América del Sur. Hoy en día, los bancos estatales chinos son los principales prestamistas en Venezuela, Ecuador y Argentina. La estrategia a largo plazo de Beijing de financiar infraestructura—puertos, carreteras, ferrocarriles—ha dejado una huella visible que alimenta la imaginación latinoamericana de China como un constructor.
Rusia históricamente ha tenido poca presencia, aunque los lazos de la Guerra Fría con Cuba y Nicaragua aún moldean las narrativas. La guerra en Ucrania revivió su visibilidad, pero a menudo en términos negativos, presentando a Rusia más como un agitador geopolítico que como un socio.
India durante mucho tiempo ha tenido lazos culturales—películas de Bollywood en los mercados televisivos de habla hispana, comunidades de yoga y diásporas en Surinam, Guyana y Trinidad—pero poco peso económico directo hasta que sus exportaciones farmacéuticas aumentaron en la década de 2010. Más recientemente, las firmas indias de TI y la diplomacia de las vacunas durante la pandemia de COVID-19 introdujeron una nueva dimensión en su reputación, aunque el conocimiento sigue siendo bajo.
Brasil, el único miembro latinoamericano de los BRICS, ocupa un papel ambiguo. Aunque a menudo se le ve como un puente, sus compatriotas latinoamericanos no necesariamente equiparan el ascenso de Brasil con el propio. Algunos lo ven más como un competidor que como un campeón de la solidaridad regional.
Estas historias nos recuerdan que la memoria y la narrativa importan tanto como la inversión actual. Las élites y los ciudadanos latinoamericanos a menudo interpretan las nuevas alianzas a través de lentes más antiguos—viendo ecos de dependencia, solidaridad o rivalidad en los acontecimientos actuales.
Estudios de Caso Regionales: Seis Países, Seis Historias
América Latina no es un bloque único. Cada país aporta su propia historia y política.
México vive a la sombra de EE.UU. Solo el 59% calificó a EE.UU. de manera favorable—más bajo que en cualquier otro país. Siglos de asimetría, desde la pérdida de territorio en el siglo XIX hasta las tensiones migratorias y comerciales de hoy, colorean las percepciones. Sin embargo, los mexicanos son relativamente más cálidos con India (59% favorable), quizás viéndola como distante y no amenazante.
Colombia se destaca como fuertemente proestadounidense (90% favorable), en línea con décadas de cooperación en seguridad bajo el Plan Colombia. También es más favorable hacia Rusia (50%) que Bolivia, mostrando una apertura pragmática a múltiples vínculos.
Argentina admira tanto a EE.UU. (100% favorable en esta pequeña submuestra) como a China (88%). Sus crisis económicas y dependencia de acreedores globales pueden impulsar la apertura a todos los socios que ofrecen alivio. India también es bien considerada aquí (63% favorable).
Chile muestra sentimientos más fríos hacia India (solo 17% favorable). Como economía orientada al Pacífico e impulsada por las exportaciones, se mide contra economías desarrolladas, dejando poco espacio para la imagen de potencia en desarrollo de India.
Brasil registra una positividad unánime hacia EE.UU. y la UE, pero su propia identidad BRICS moldea visiones matizadas de China y Rusia. Los brasileños no son hostiles ni especialmente entusiastas, reflejando ambivalencia sobre estar agrupados en los BRICS.
Bolivia es la más escéptica hacia EE.UU. (50% favorable, 25% desfavorable). Esto refleja años de retórica antiimperialista de gobiernos sucesivos. A Rusia también le va mal aquí, reflejando lazos directos limitados y resistencia ideológica.
Estos contrastes nos recuerdan: América Latina es un mosaico. Las percepciones no pueden colapsarse en un promedio único—la historia y la política las moldean de manera diferente en cada país. La diversidad regional también revela que, aunque los BRICS como colectivo puedan buscar proyectar cohesión, las respuestas latinoamericanas hacia cada miembro difieren dramáticamente.
Visibilidad: ¿Quién Llena la Pantalla?
La visibilidad es donde la brecha entre las potencias globales se cristaliza. EE.UU. y China dominan: el 96% de los encuestados calificó su presencia como notable. La UE está cerca, con un 90%. India y Rusia se sitúan alrededor del 75%.
EE.UU. es el vecino, el hegemón y una constante mediática. China está construyendo carreteras, financiando proyectos mineros y vendiendo bienes de consumo baratos. La UE es menos llamativa pero constante. India y Rusia, aunque globalmente importantes, siguen siendo presencias secundarias en la vida cotidiana latinoamericana.
Curiosamente, la encuesta sugiere que la visibilidad no es solo sobre presencia física, sino también narrativa. Una sola inversión importante, si es bien publicitada, puede pesar más que docenas de proyectos menores. Esto explica por qué la imagen de China a menudo crece más rápido que la escala de su inversión real: los proyectos de infraestructura son fotogénicos, simbólicos y noticiosos.
El desafío de India radica en esta esfera. Sus exportaciones farmacéuticas, la externalización de TI o los intercambios estudiantiles no generan el mismo impacto visual o simbólico que una represa financiada masivamente por China o una nueva línea de metro. Esta brecha entre la contribución real y la visibilidad percibida explica por qué India se queda atrás en la jerarquía de la simpatía.
Influencia: Neto Positivo, Neto Negativo
La influencia no es lo mismo que la presencia. Aquí, la UE (75% positivo) es el estándar de oro. Tanto EE.UU. como China se sitúan justo por debajo, con aproximadamente un 72% que ve su influencia como beneficiosa.
India (41% positivo) permanece poco definida. Su ausencia de los titulares diarios deja a muchos neutrales. Rusia es única: 37% positivo, 33% negativo. Divide, en lugar de unir, a la opinión latinoamericana.
Esta diferenciación destaca que la percepción de la influencia está cargada de valores. La misma carretera financiada por China puede ser vista como modernización en Argentina, pero como dependencia en Chile. La misma cooperación militar estadounidense puede enmarcarse como seguridad en Colombia e imperialismo en Bolivia.
La neutralidad de India es tanto una debilidad como una oportunidad. A diferencia de Rusia, que polariza, India se sitúa en un término medio donde podría construir asociaciones positivas mediante una diplomacia dirigida, intercambio cultural y asociaciones tecnológicas visibles.
Proyectos y Tangibilidad: ¿Quién Hace Qué?
La prueba decisiva es si las personas pueden nombrar proyectos concretos. Aquí, EE.UU., China y la UE dominan (80-88% de conocimiento). Los encuestados recuerdan centros culturales estadounidenses, programas de investigación financiados por la UE e infraestructura financiada por China.
India y Rusia fallan en esta prueba. Solo alrededor de un tercio pudo citar proyectos. Esta ausencia de tangibilidad es central para sus imágenes más débiles. Sin ejemplos concretos, las percepciones dependen de asociaciones vagas—cultura para India, geopolítica para Rusia.
Esto sugiere una lección para las potencias aspirantes: la marca y la narrativa importan. No basta con construir; los proyectos deben ser vistos, experimentados y conectados con la vida cotidiana. En este sentido, la opinión pública latinoamericana opera tanto con símbolos como con hechos—lo que la gente recuerda y transmite a menudo importa más que el alcance técnico de un proyecto.
Narrativas: Las Palabras que Definen
Preguntados para asociar un concepto con cada país, los encuestados revelaron las etiquetas mentales que anclan las percepciones:
Estados Unidos: Éxito empresarial (pero también agresividad política).
Unión Europea: Éxito empresarial, con fuertes asociaciones secundarias a cultura e historia.
China: Éxito empresarial.
India: Cultura y religión.
Rusia: Agresividad política.
Estas etiquetas importan. La UE, EE.UU. y China poseen la narrativa de éxito económico. India está atrapada en la narrativa del pasado civilizatorio. Rusia está atrapada en la narrativa de poder y conflicto.
Las narrativas pueden cambiar—Japón una vez fue visto principalmente como cultura samurái, antes de volverse sinónimo de tecnología. India enfrenta un desafío similar hoy: si no puede reposicionarse en la imaginación de los latinoamericanos como un socio económico y tecnológico moderno, se arriesga a quedar confinada a un papel exótico pero marginal.
Vínculos: ¿Con Quién se Siente Familiaridad?
Estados Unidos: El 90% se siente conectado, a través del idioma, la diáspora o los medios.
Unión Europea: 86%. Los lazos coloniales y el patrimonio cultural siguen vigentes.
China: 65%. El comercio aumenta, pero los vínculos personales se quedan atrás.
India: 63%. Cierto conocimiento de la diáspora y la cultura, pero escaso en la vida cotidiana.
Rusia: 59%. La menos conectada, reflejando la geografía y los intercambios limitados.
La familiaridad genera aceptación. Los latinoamericanos se sienten más cercanos a las potencias con las que comparten migración, idioma o memoria cultural. Los vínculos económicos por sí solos no pueden sustituir la conexión vivida. Esto explica por qué Europa retiene tanto prestigio incluso sin el nivel de inversión de China: la memoria cultural proporciona un ancla permanente.
Perspectivas Generacionales: Juventud vs. Profesionales Consolidados
Las diferencias generacionales surgieron claramente en las entrevistas.
Los encuestados más jóvenes (menores de 35) tienden a admirar a EE.UU. por su cultura de innovación y a la UE por sus universidades. También muestran una sorprendente apertura hacia India, asociándola con habilidades digitales, yoga y tecnología asequible.
Los encuestados mayores (mayores de 45) se mantienen más escépticos hacia China y más nostálgicos hacia Europa. Ven a Rusia a través del lente de la Guerra Fría y a India como exótica pero distante.
Las generaciones actúan por tanto como filtros: los jóvenes se inclinan hacia la tecnología y la curiosidad cultural, mientras que las élites mayores privilegian la estabilidad y la tradición. Esta dinámica sugiere que India podría disfrutar de una ventaja de poder blando creciente con el tiempo, siempre que pueda consolidar su reputación en tecnología y educación.
Fortalezas y Debilidades: Una Matriz Comparativa
Estados Unidos: admirado por su economía, ciencia y military. Debilidad: agresividad política.
Unión Europea: fuerte en economía, cultura y educación. Se observan pocas debilidades.
China: respetada por su economía e industria. Debilidad: distancia cultural.
India: reconocida principalmente por su cultura y religión. Debilidad: economía y ciencia.
Rusia: respetada por su military. Debilidad: economía e industria.
La UE y EE.UU. son favoritos multidimensionales. China asciende pero no está totalmente integrada. India permanece cultural. Rusia está militarizada de manera estrecha.
Perspectiva Comparativa: América Latina vs. Otras Regiones
Al compararse con África o el Sudeste Asiático, América Latina muestra tanto similitudes como divergencias.
En África, China suele ser el socio más admirado debido a la infraestructura masiva. En América Latina, la admiración es más cautelosa, matizada por disputas comerciales y distancia cultural.
En el Sudeste Asiático, el perfil de India es más alto debido a la proximidad geográfica y la historia colonial compartida. En América Latina, India carece de ese ancla y debe esforzarse más para establecer relevancia.
A Rusia le va mal en ambas regiones, pero en América Latina, los recuerdos de solidaridad antiimperialista a veces le dan peso simbólico.
Valores Políticos: El Filtro Ideológico
Los valores importan, pero menos de lo que podríamos esperar. Los socialdemócratas y liberales—dominantes en esta muestra—son más cálidos con la UE y EE.UU., moderadamente positivos con China, neutrales con India, escépticos con Rusia. Los conservadores siguen un patrón similar.
India apenas se ve afectada por la ideología: se la ve consistentemente como cultural, distante, indefinida. Rusia es más sensible: los libertarios en la muestra se inclinaron inesperadamente positivos hacia ella, mientras que los liberales se inclinaron negativos.
Por tanto, la ideología es un lente secundario. Los impulsores primarios siguen siendo la visibilidad, la tangibilidad y los vínculos personales.
Perspectivas Profesionales: Mercados vs. Ideas
Diferentes profesiones inclinan las percepciones.
Los empresarios admiran a EE.UU., la UE y China, reflejando oportunidad económica.
Los trabajadores en sectores exportadores se inclinan similar, viendo ganancias tangibles.
Los académicos y estudiantes califican más alto a la UE, atraídos por sus programas educativos y prestigio cultural.
Los funcionarios públicos y expertos se inclinan hacia la UE/EE.UU., reflejando lazos institucionales.
Las percepciones no son solo nacionales, sino ocupacionales. Los orientados hacia los mercados priorizan a los gigantes económicos; los orientados hacia las ideas admiran modelos culturales. Esta fragmentación muestra por qué la diplomacia pública debe adaptar sus mensajes a grupos profesionales, no solo a naciones.
Mirando hacia 2030: Escenarios para las Grandes Potencias
Si las tendencias actuales persisten, ¿cómo podrían verse las alianzas externas de América Latina hacia finales de la década?
Estados Unidos: Seguirá siendo indispensable, pero debe suavizar su imagen de dominación. Países como México y Bolivia exigen una asociación más respetuosa.
Unión Europea: Se prepara para crecer silenciosamente, especialmente a través de la educación, la sostenibilidad y la diplomacia cultural. Puede que no domine los titulares, pero seguirá siendo el socio más confiable.
China: Es probable que se expanda aún más, si puede salvar las brechas culturales. Infraestructura más lazos culturales podrían consolidar su papel.
India: Tiene el mayor potencial. Si cambia su narrativa de la cultura a la innovación y la tecnología, podría sorprender a la región con nuevas asociaciones en TI, salud y servicios.
Rusia: Se arriesga al estancamiento. A menos que pueda moverse más allá de una imagen militarizada, seguirá siendo divisiva y periférica.
Variables Futuras: Clima, Tecnología y Multipolaridad
Tres fuerzas podrían remodelar las percepciones más allá de la encuesta actual.
Cambio climático: El Green Deal de la UE y las inversiones en renovables de China podrían redefinir su influencia. Los países que ayuden a América Latina a adaptarse a sequías, inundaciones y la transición energética ganarán prestigio.
Inteligencia artificial y economías digitales: EE.UU. y China dominan actualmente, pero el sector de TI de India podría convertirse en el socio inesperado de América Latina en servicios digitales.
Instituciones multipolares: Si los BRICS institucionalizan con éxito un banco o sistema de pagos que beneficie a América Latina, las percepciones sobre Rusia e India podrían mejorar.
Conclusión: Visibilidad, Proyectos y Personas
Las percepciones de América Latina no son aleatorias. Siguen tres reglas:
Ser visible: Los países deben aparecer en el radar.
Ser tangible: La gente debe conocer proyectos, no solo poder abstracto.
Ser personal: Los lazos de cultura, familia e intercambio son la base más sólida de confianza.
Estados Unidos, la UE y China cumplen las tres condiciones—de ahí sus imágenes sólidas. India cumple con la visibilidad pero no con la tangibilidad. Rusia cumple con la visibilidad pero carga con la narrativa equivocada. Irán, careciendo de las tres, es rechazado.
Los valores políticos modulan estas impresiones pero no las determinan. En el fondo, los latinoamericanos juzgan a las potencias por lo que pueden ver, sentir y confiar.
Para cualquier país que busque influencia aquí, la fórmula es simple: presentarse, construir proyectos que la gente pueda reconocer e invertir en lazos personales que perduren.